Los legisladores Alejandro Marinao y Ariel Rivero proponen que Río Negro adhiera a la ley nacional (N°26892) para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas.
Recientemente se ha sancionado en el Congreso de la Nación esta ley que apunta a prevenir la conflictividad en las escuelas –no sólo el bullying— y promueve la creación de equipos especializados para la prevención e intervención ante esta clase de episodios y señala que los equipos de diagnóstico tienen que estar atentos a cómo está cambiando la violencia escolar a partir de la masificación de las nuevas tecnologías y da un lugar protagónico a los padres, que pasan a tener un rol activo en la resolución de conflictos.
El acoso escolar o Bullying (por su término en inglés) también es conocido como hostigamiento escolar. Es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros y, representa cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Convirtiéndose en una manera característica y extrema de violencia escolar.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin limitación de edad.