El legislador Leonardo Ballester (ACD) presentó un proyecto de ley que promueve instituir el 10 de septiembre de cada año como “Día de la Cultura Mapuche, en memoria de Aimé Paimé, artista, portavoz y luchadora de la cultura mapuche”.
Cada 10 se septiembre, en Ingeniero Huergo, se celebran distintas actividades para conmemorar y festejar la cultura mapuche y recordar a Aimé Painé en la ciudad que la vio nacer.
“Su sola presencia física era un reto y una evidencia demoledora. Nuestro Pueblo no ha muerto, aún existe y seguirá existiendo”, repetía una y otra vez, dice el legislador, repitiendo la frase que esgrimía la artista en sus presentaciones.
“Tocaba el cultrún y las cascahuillas, la pifilca y el torompe (instrumentos musicales típicos mapuche) y cantaba con el alma. Recorría a lo largo y ancho de su Argentina, que a pesar del trato y la incomprensión tanto quería, y alternaba con los Tobas, Kollas, Huichi, Piliga y Guaraníes, llevando el mensaje fraterno y solidario de sus hermanos del sur”.
“Aimé cultivó y desarrolló con originalidad la música de su pueblo, resguardando con celo la raíz y peculiaridades propias de su cultura ancestral. Por eso usaba su nombre mapuche y cantaba en mapu-dugun, su lengua casi extinguida, y vestía orgullosamente, donde fuera, su ropa indígena.
Argumenta Ballester que la cantante, “siempre guiada por la sabiduría de las abuelas mapuches, recorrió el país tratando de hermanar a la gran familia indígena. Debido a su muerte temprana no alcanzó a ver los frutos de su intenso trabajo, y falleció el 10 de septiembre de 1987, con sólo 44 años, habiendo dejado su huella en la historia de la cultura mapuche”.
Cuando dejó físicamente de existir, fue velada en Buenos Aires y luego trasladada a Ingeniero Huergo, su tierra natal, para darle sepultura de acuerdo al estilo y tradición de su pueblo. Fueron muchas las organizaciones indígenas y criollas, como numeroso fue también el público, quienes se congregaron para despedir a la destacada luchadora.
“Como mujer mapuche y con singular valentía, desafió a la sociedad opresora en su corazón mismo, y allí, en Buenos Aires se instaló para denunciar, reclamar, persuadir y conquistar a una sociedad indiferente, casi siempre hostil a los anhelos de justicia reclamados por su pueblo”, expresa el parlamentario.
“No todos la conocían ni sabían de la obra gigante que realizaba, porque su tarea no siempre contaba con la simpatía de los medios de comunicación argentinos ni de la comprensión y apoyo gubernamental necesarios. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, conquistó un lugar importante en el ámbito cultural argentino”.